martes, 10 de mayo de 2011

365!

Achievement Unlocked: 365! (20g)
Obtenido por mantener (más o menos) el blog por un año.

Estaba sentado en la sala del departamento de Clavería. Era domingo y, como muchas otras mañanas, Eva y yo habíamos desayunado quesadillas de la esquina (con pésimo servicio... mis espías me dicen que ya no existen). Había escrito la mayoría del primer post, el del Nintendo. Aún así, no lo subiría hasta algo así como media noche (cuando terminé de editarlo), y marcó el inicio de esta experiencia. Fue en los primeros minutos del 10 de Mayo. Hace un año.

Escribir éste post ha sido por demás entretenido, y, aunque no siempre hasta arriba de mis prioridades, menos aún en un año tan movido, una grán válvula de escape.

No haré mas recuentos, so riesgo de convertir éste post en un capitulo de cualquier libro de Jean M. Auel, sans herbolaria. Han sido varios meses interesantes e intensos; sólo quiero agradecer a los que me siguen leyendo. Éste blog es para ustedes
.

jueves, 5 de mayo de 2011

Yo se quién es John Galt!

Advertencia rápida: Éste post no va sobre videojuegos; es una desviación del tema usual, pero sobre la misma tónica.

Me encuentro regresando a la normalidad después de casi tres semanas de rush. Eso incluye, por cierto, casi todos los días de descanso de Semana Santa. Que cómo me siento? Me siento vivo, pero para explicarlo, deberíamos regresarnos algunos años al pasado.

Eran los últimos meses del siglo anterior. Thursdays Child y Kurasaibo sonaban en Radioactivo. Learn to fly me parecía una descepción no porque la rola fuera mala, mas bién porque era Nirvana (sans Kurt Kobain) haciendo rock pop. Trabajaba para una compañia de control numérico y mis responsabilidades estaban en planta. instalar, calibrar, reparar, capacitar. Llegar a casa lleno de grasa. Cansado de largas horas en planta, pero sobre todo, cansado de la mente, cansado del ánimo. No sabía qué ocurría, era la primera vez que me pasaba, pero mi trabajo no me entusiasmaba. Cada lunes me era más dificil convencerme a mí mismo de ir a trabajar.

El problema con el control numérico es que sólo llega hasta un límite. Es rígido en términos de que son máquinas especializadas. Siven para cortar metal. Punto. No había mucho para explorar otras ramas u otras áreas. Ahí fue donde vinieron los días tristes. Bocanada, de Cerati, fue el soundtrack de mi primera depresión laboral. No sabía qué quería, no sabía a dónde ir, no sabía que iba a hacer. Sólo sabía que no estaba a gusto en CNC. En mayo del 2000 dejaria ese trabajo, aún sin saber a dónde iría.

Mi siguiente empleo fue una pérdida de tiempo, pero, como mucha sotras cosas en mi vida, sería sólo un entrenamiento para cosas peores. No hablaré mucho de ese trabajo. Baste decir que si estás en una compañía donde te hacen firmar por tu rollo de papel higiénico cada quincena, y te obligan a ir a misa el 12 de diciembre, lo mejor que puedes hacer es buscarte otro trabajo.

Fue una de las peores épocas de mi vida. Sentí, en un momento, que lo tenía todo y al siguiente nada. Perdí trabajo, porque yo ya me contaba como desempleado. Perdí salud y fue (afortunadamente) la única vez que tuve que cobrar incapacidad en lugar de mi (magra) nómina. Perdí amistad, porque hube de dejar a mucha gente atrás por mi propia salud mental (tema de otro post...o mejor no). Dos semanas antes de mandar al diablo mi trabajo, cuando ya por fín podía levantarme por mi mismo, estaba por entrar a bañarme cuando en las noticias vi un avión estrellarse contra la segunda torre del WTC. Simbolismos? coincidencias? tan pronto puse un pié en mi oficina fue para decirle a mi jefe que al fin de esa semana mi escritorio estaría limpio.

Esa fue mi semana más corta en un trabajo donde mi labor no podía ser mas mediocre sólo porque la compañía nunca encontró algún modo de ser mas mediocre en sí misma. La frase "Hazlo así proque siempre se ha hecho así" es la peor mentada que me podían hacer. Y fueron liberales con la cantidad de mentadas.

Una semana después de dejar ese trabajo, entré a la compañía de didáctica tecnológica. Fui invitado por mi conocimiento en CNC. Algunos meses después estaba ya instalado en el equipo de automatización, recordando los placeres del PLC o de cómo trabajar con un robot o un sistema de visión artificial. Por un rato, me sentí vivo de nuevo. Muchos de mis compañeros estudiaron en la misma escuela que yo o, de plano, fueron mis compañeros de clase.

Era sabroso ir, en esos lejanos primeros dias, los sábados a echar relajo un rato con los que ahí había, platicando nuevas ideas, probando nuevas rutinas, resolviéndonos mutuamente dudas.

Desafortunadamente eso cambió.

Poco a poco, quizá por las mismas necesidades de la compañía, las condiciones de trabajo fueron cambiando. Lo primero que se perdió fueron las reuniones del sábado, que se acabaron el día que pusieron reloj checador.

Poco a poco los cambios se fueron dando. No discuto que debieron o no hacerse, eso le toca a la directiva de la compañía. Lo que si puedo hacer es que la reacción de los trabajadores fue unánime: Entre más restrictiva y demandante se volvía la compañía, menos dispuestos estábamos a dar algo a cambio de nada. Ahí aprendí algo a lo que no le pondría nombre sino hasta hace un par de semanas: Entre mas obligada por un reglamento se vea una persona a trabajar, menos feliz y menos eficiente hace su trabajo.

La frase común de eso días fue "de todos modos el equipo se va a ir sin programar y a finalizar en campo; para qué te esfuerzas?"

Nunca la acepté, pero tampoco tenía argmentos para que mis compañeros la rechazaran. Hasa ese momento tampoco me había distinguido por mi ética laboral, pero, después de mi anterior trabajo, y viendo el potenial de aprendizaje, no quería que ocurriera lo mismo que en los anteriores trabajos. Y en esas estaba, cuadno fui exiliado a Yucatán.

No me cabía en la cabeza que gente dedicada a instalar equipos para aprendizaje se quedara en un punto técnico sin sentir la necesidad de crecer. La obligación de saber mucho más que la gente que enseñaría igeniería a los nuevos aspirantes a ingenieros. Simplemente no podía creer que el sistema nos hiciera rendirnos y volvernos burócratas por falta de incentivos.

Algunos meses después le vendí a la directiva la idea de reformar los sistemas de automatización desde la programación. Tres meses (y la compañía de El Oso) después fui nombrado jefe de ingeniería, y el verdadero rush comenzó.


Fueron varios meses de turnos de 12 a 14 horas, semanas laborales de 7 días, días festivos inexistentes, sin pago de horas extras o similares. Pero de una actividad mental como pocas veces tuve. Me sentí vivo, me sentí útil, sentí que en algo colaboraba a ayudar a que la gente -la que quisiera- tuviera herramientas para aprender, para seguir creciendo. Quizá suene idealista de mi parte, pero mi objetivo era desarrollar equipos eficientes, confiables, usables, baratos, rápidos, para que cualquier escuela a mitad de la sierra tviera las mismas oportunidades de una en la ciudad. Y, hasta donde pude, lo logré.

El problema vino justo cuando lo logré. Cuando directiva decidio que nuestros sistemas ya eran fabricados eficientemente. Ahí recibí una de las peores mentadas de mi vida: "los equipos ya funcionan bien así, es momento de enlatarlos y darles una revisada en algunos años para actualizarlos".

Se dejó de lado la automaización, se nos pidió cambiar de tecnología, enfocarnos en otros productos, cambiar de parámetros de fabricación: trabajar con fibra de vidrio en lugar de aluminio, tornear pesas para básculas en lugar de ejes de mecanismos. cambia todo, olvida lo que sabes, deja la automatización:

No, no hay una compensación económica. No, es tu obligación tener la misma capacidad que ya demosraste antes, con estos nuevos productos. No, no hay capacitación; si puedes entregar una celda de manufactura en ese tiempo, puedes hacer 200 carros de fibra de vidrio. No, si no completas los 200 no hay ningun bono, si completas 198 fallaste, junto con toda tu gente y tú explicales porqué fallaron. No, claro que no dejaremos de producir tus diseños. pero como no fueron 200, no hay nada para nadie. No, no es absurdo. Porque lo digo yo.

De pronto entonces, resulta que entre más das, mas derecho tiene la compañía a exigir y ponerse avara. Esto puede sonar de dientes para afuera, pero quienes me conocen en persona lo saben bien: Nunca me ha interesado el dinero tanto como el conocimiento. No me dolió que no se reconociera mi esfuerzo; aún me duele la cara de mi gente cuando tuvimos la junta para decirles que no habría bono pese a sus desvelos y horas trabajadas.

Ese día decidí que no les daría más que lo extrictamente necesario, y cuando lo extrictamente necesario fue más de lo que se me antojaba darles, renuncié.

Los gandes planes de automatización, mis ideas para nuevos mecanismos, para mejoras a vaios productos, dejaron de pertenecerles. Eran suyos mis horarios convencionales y muchas veces ni siquiera eso (fue cuando descubrí Cracked, John Dies at the End y Robot Chicken; no creo necesitar dar mayor detalle).

Salirme de esa compañía me dolió. Fue dejar un enorme potencial desperdiciado. Era una veta de conocimiento enorme, pero costaba demasiado explotarla y todos los beneficios eran para gente especializada en prometer sin cumplir y buscar pretextos para quedarse con el pastel haciéndote sentir culpable por no entregarles un pastel más grande.

Mi siguiente trabajo, donde actualmente laboro, se dedica a la automatización industrial. Me contrataron por mis ideas de control seccionado y orientado a objetos a nivel booleano; mi mayor aportación e la otra compañía. Pero no fui contratado para que usaran esas ideas. Fui contratado porque se me ocurrió algo que ellos diseñaron diez años antes. Vieron en mí potencial. De ahí para acá, todo ha sido aprendizaje.

Esta Semana Santa trabajé jueves, viernes y domingo. El sábado lo descansamos gracias a que avanzamos tanto en jueves-viernes que pudimos librarlo. Del domingo al miércoles siguiente estuve en soporte nocturno en planta, mientras que al día siguiente hube de trabajar en un arranque en otra planta. Jueves y viernes de esa semana, otro proyecto más. Lunes a la fecha, preparación de otro proyecto para la próxima semana.

Pocas veces he trabajado tanto, pocas veces me he reído tanto en mi trabajo, pocas veces me he sentido tan vivo.

Sí, pagan horas extras, mas bonos de productividad, más utilidades, más otros muchos beneficios. En lo económico no hay ninguna queja. Pero mi verdadera paga es todo lo que aprendo de gente que me lleva décadas de experiencia siempre dispuestas a compartir lo que saben y siempre dispuestas a salir unos minutos de su trabajo para enseñarte lo que necesitas saber para tu chamba, pero nunca para hacerte tu chamba.

Actualmente estoy leyendo Atlas Shrugged. Llevaré unos dos tercios de un ladrillote de libro. Aún no sé en qué acabe, y las coincidencias no me sn ajenas, pero si puedo decir: Estoy dispuesto a dejar que el resto del mundo se vaya al diablo si es lo que quiere. Estoy trabajando con gente dedicada y con más conocimiento que cualquier otro automatizador que haya conocido. Estoy en un equipo de trabajo que nisiquiera necesita un equipo de ventas porque nos vemos en la necesidad de rechazar proyectos por falta de agenda.

Las cosas cambian. Quizá en un futuro éste lugar sea un lugar marchito. Pero de momento, es un valle boscoso a mitad de las montañas, lejos de la mediocridad (injertada o devolucionada) de otros lugares. Estoy en casa, estoy entre los míos.

Yo sé quién es John Galt. Pero esa no es una pregunta que yo deba responder, es una respuesta que tú debes encontrar.