miércoles, 26 de enero de 2011

Para soportar el resto de la semana.

A medio miércoles:
Me encontré apenas una serie por demás interesante en Youtube: All Your History Are Belong to Us. Son mini documentales realizados por Machinimia. Si quieren una mirada mas docta de la hsitoria de Call of Duty, Valve, Capcom o muchos otros, dense una vuelta, vale mucho la pena.

En cine, dándole un poco de aire fresco a los vampiros tan abrillantaditos como estaban, no se pierdan Let me In, remake de la película sueca "Lat den ratte komma in". No he visto la original, pero la critica dice que la gringa salió aún mejor. Lo que sí se, es que es buenísima.

Una final: La tan mencionada Eva ya abrió su blog. Dénle una vuelta, vale la pena.

Ya es miercoles y eso nos pone más cerca del fin de semana. Procuren no dejar que el estress los haga matar a nadie en el trabajo mientras tanto.

domingo, 23 de enero de 2011

Freebird!!

Un poco de background: conocí a Ricardo allá como por el 97. En la DragonCon si recuerdo bien. Una convención de comics organizada en el centro de convenciones que está en La Fragua. Desde entonces con mayor o menor presencia se ha mantenido en mi vida como un gran amigo.

Pero, como no todos nuestros amigos pueden ser compatibles en todo, Ricardo es -casi- el peor videojugador que jamás haya visto.

Hace unos seis años, en los días del Burnout Takedown, entre la presión y el cansancio terminó rompiéndome un control Dualshock 2. Presionaba tan fuerte el stick izquierdo (el volante), que literalmente lo sumió dentro del control. De ahí, mas o menos, terminó estableciéndose un acuerdo callado de no soltarle un control de juego.

Varios años después, ya en Clavería decidimos juntarnos para jugar Gears of War (aún el primero), o algun otro juego multiplayer, salvo que en esa ocasión decidimos hacerlo a la antigüita, es decir, no en línea, sino sentados todos en la misma sala. Eva, Felipe y Jaime estaban, porsupuestamente, invitados.

Como siempre, también invitamos a Ricardo, pero, contrario a todas las otras veces en que organizamos juegos de ese tipo, aceptó la invitación.

Tarde o temprano, Jaime, Ricardo y yo terminamos en Call of Duty 4. Para ese momento uno de los multiplayers mas salvajes por ritmo y velocidad.

Pero, admitamos, tanto Jaime como yo teníamos ya bastante experiencia en el arte del FPS. Jugar de par a par contra Ricardo hubiera sido injusto, así que decidimos designarlo "Especie Protegida". mientras que Jaime y yo éramos blancos legales, Ricardo no. Eso le dio un matiz mas apropiado, aunque lo complejo era saer cuál era Ricardo y cuál no. hasta que mirabas a un jugador dando vueltas a mitad del campo abierto sin aparente propósito o razón. Ese, usualmente, era Ricardo. Lo complejo no era cazar a Jaime. Lo complejo era cuidar que los RPGs no alcanzaran a Ricardo.









Se necesitaron muchos de estos... y un Ricardo.


Ahora, algun par de años adelante, el Rockband llegó a nuestras vidas, y Ricardo estuvo conmigo y con Eva al desempacarlo y formar la (muy localmente) famosa banda de los Maechanophïliks. Y sin embargo, pese a su enorme cultura musical, simplemente fue incapaz de darle a dos notas juntas.

Sin embargo es nuestro amigo, y por ello, lo queremos y aceptamos, aunque sea, como dirían los políticamente correctos: con capacidades de videojuego diferentes.

Conforme Eva y yo avanzamos en el Rockband nos encontramos con algunas bandas que, ya en términos de juego, preferimos jamás volver a tocar. Freezepop y, curiosamente, The Police hasta arriba de la lista.

No se si sea su sabor a Jazz, o la canción en sí misma, pero cuando Next to you llegaba a colarse a la lista de reproducción solía simplemente botarnos tras unos cuantos fallidos por tocar una canción que nomás nunca nos gustó, ademas de parecernos por demás compleja. Mas de una vez me encontré deseando que estuviera disponible un pack de N.W.A. solo para poder corear Fuck da Police!

Vino después el Rockband 2, el Rockband Lego, el Rockband Beatles y con todos ellos, una gran cantidad de horas dedicadas a reuniones de viernes o sábado con cerveza y rock en instrumentos de plástico. Clavería se convirtió en el escenario favorito y la manta que hicimos se quedó en la sala de juegos por mucho tiempo.




be-be-bear to the bone!



Por ese escenario desfilaría una gran cantidad de flora y fauna rockera y no tanto, pero el ambiente siempre valió la pena. Y sin embargo, cuando Black Hole Sun sonaba y despedíamos la noche con un "BUENAS NOCHES CLAVERIAAAAAA!", cuando los asistentes comenzaban a despedirse, o a buscar dónde dormir, cuando los oidos se quedaban zumbando mientras se acostumbraban a no oir nada, seguía siendo evidente que Ricardo no era exactamente el lead performer, ni siquiera con el micrófono en easy.

Lo que de todos modos no significaba que lo botaríamos de la banda a lo Pete Best, menos aún a lo Dave Mustaine, y, por supuesto, menos aún a lo Cliff Burton, aunque siempre quedó abierta la opción de que dejara la banda a lo John Bonham.

Y pues así pasamos los años restantes en Clavería, rockeando en instrumentos de juguete y armando buenos viernes de cerveza y rock. hasta que el tiempo de mudarse llegó y un par de semanas antes de la mudanza armamos el concierto final.

Y en ese concierto final, casi sobre las últimas canciones, Ricardo tomó el micrófono para cantar Next to you. Con un sólido 98% nos dejó a Eva y a mí con la boca abierta. Cómo llegó ahí, en qué momento obtuvo la habilidad de seguir un ritmo, o simplemente si no era Ricardo y en su lugar era un clon dejado por los extraterrestres que lo raptaron, es algo que aún no hemos podido resolver.

A la fecha hay canciones que me cuesta mucho trabajo escuchar: Como te va, mi amor, de Pandora, me recuerda el temblor del 85. Cualquier canción de los Carpenters me recuerda mas de lo que quisiera a mi madre. Puente, de Gustavo Cerati me recuerda tiempos muy fríos en mi vida. Laid, de James, me recuerda los buenos días de Clavería.

Hace muy poco escuché Next to you. Ya no es la canción molesta que tan temida era en Rockband. Ahora es el epílogo de una época muy chida.

domingo, 16 de enero de 2011

Azeroth y otras drogas.

Lexicon:

MMORPG - Massive Multiplayer Online Role Playing Game. Juegos en línea con cientos o miles de jugadores simultáneos en los que la interacción social es parte importante. Aunque admito que la definición del Urban Dictionary es también bastante apropiada: "Contrario al nombre, estos juegos no incluyen juego de rol, así que no se preocupen. Perfectos para gente demasiado lenta para Counter-Strike y carentes de amigos o imaginación para el juego de rol".

Situémonos: era el 2006 o algo así. Eva y yo teníamos poco de habernos mudado a Clavería. Felipe, de quien he hablado previamente, nos pasó códigos para probar World of Warcraft (Blizzard Entertainment, 2004). En ese momento, él y Jaime tenían ya un largo rato jugándolo. Eva y yo jamás habíamos probado algún MMORPG. Gustosos, activamos el código llenos de anticipación.. y pasamos dos días de los diez del trial bajando el juego y el ya para ese entonces enorme patch.

Cuando finalmente pudimos jugar, nos encontramos en un bosque élfico realizando tareas básicas (ve y consigue 10 pieles de esos tigres negros, ve y mata a 10 arañas gigantes, etc). La interfase tampoco fue cosa fácil, pese a estar acostumbrado a trabajar con mucha información en la pantalla a la vez. Poco a poco, entre la curiosidad y la novedad consumimos el tiempo de juego. Y decidimos que no era buena idea.

Entiéndase: el juego nos pareció maravilloso, pese a que no tenía las mejores gráficas (no se hacen tan detallados para aumentar la base de jugadores potenciales), apenas vistamos unas cuantas zonas del juego, pero era obvio el potencial. Y eso fue lo que nos hizo desinstalarlo.

En ese momento de nuestras vidas, ambos estábamos comprometidos con el trabajo. El sueño era llegar lejos y llegar pronto. Recién había sido ascendido a jefe de ingeniería y Eva tenía amplias perspectivas de trabajo. Por otro lado, aunque el juego nos llamaba, decidí hacerlo de momento a un lado. Mi razón fue simplemente que si quería poner mi departamento en el nivel donde lo quería, iba a necesitar menos distracciones. Y el gran problema con el WoW es ese: por su naturaleza, requiere tiempo, paciencia y sacrificios. La razón de Eva, sea la que fuere, le toca contarla a ella, pero no creo que haya sido muy distinta.
Terminado el trial, desinstalé, aunque guardé los patches para que la próxima vez no tardara tanto en instalar (porque más adelante y sin tantas obligaciónes, claro que la habría una próxima vez).

Algunas veces, supongo, un puede tener las mejores intenciones. Dar todo de sí, y de todos modos encontrar que no siempre se puede tener lo que se desea. Pero, como dijeran Mick y Keith, No puedes tener siempre lo que quieres, pero si le echas ganas, puede que tengas lo que necesitas. (You can't always get what you want, The Rolling Stones, 1969).

Reflejándole, cuando probamos originalmente el juego, tanto Eva como yo estábamos decididos a triunfar en la compañía para la que solíamos trabajar. Un par de años después, era claro que no iríamos a ningún lado. Desafortunadamente, no fue por causa de falta de capacidad o compromiso (En esos días llegamos a bromear con traer orgullosamente tatuado el nombre de la compañía, pero mejor no les digo en qué parte del cuerpo.

Supongo que algunas veces no depende de uno tanto como del ambiente. No se entienda mal: los años que pasé en la otra compañía, aunque no siempre fáciles, siempre fueron interesantes. Sin embargo quedó por demás claro (traumatizantemente claro) que pasando de cierto punto no había nada más qué hacer ahí.

Mas o menos cerca de los días en que probamos el trial me tocó dar una plática a los chavos de mi universidad. La plática fue sobre cómo serían, promedio, sus primeros días fuera de la escuela y su primer trabajo formal. Las ilusiones contra las realidades, y lo que debían tener presente.

Una de las cosas que dije (además de hacer enojar a un profesor por una broma contra Ingeniería Industrial), fue que uno debe buscar, a esas edades, tres cosas: Obtener experiencia, Hacer lo que a uno le gusta, y hacer buen dinero. Y un trabajo únicamente vale la pena si tiene dos de esas tres cosas. Adicionalemente, que no importa que tan bueno sea un trabajo, si el domingo por la tarde comienzas a sentir que algo te aprieta la tranquilidad, es tiempo de darle una revisada a tu trabajo porque quizá estarías mejor en otro lado.

Bueno, poco a poco la experiencia obtenida se diluía cada vez mas, y lo que me gustaba de mi trabajo lo hacía cada vez menos. Para acabarla, no hubo algo siquiera cercano a lo prometido en dinero. Como comenté antes, la gota que derramó el vaso fue el proyecto que sobreviví gracias a Dragon Quest VIII.

Algunos meses después, estaba decidio a irme de la compañía. Revisé mi calendario de proyectos, busqué una muuuuuy buena razón para quedarme y encontré tres proyectos que me interesaban lo suficiente como para quedarme algunos meses más (uno terminaría cancelándose). Así, las cosas fueron complicándose poco a poco. A finales de julio o algo así, Eva hizo un último intento también. Se cambió a otro departamento que resultó aún peor, y tuvo una salida tan abrupta como justificada.

Un par de semanas después, al regresar de un viaje que hube de atender (mi despedida de un trabajo donde tuve la fortuna de viajar por casi todo el país), presenté mi renuncia. Me quedaría dos semanas más mientras conseguían nuevo jefe de ingeniería. Terminaron siendo tres.

Mitzy, otra amiga muy querida, pero de la que no he escrito aquí porque no juega ni anda en estas ondas, renunció de modo que para ambos, ese viernes fue nuestro último día. Por ello en algún momento comenté sin pensar que no me iría solo. No recuerdo a quién comenté eso, pero el rumor llegó a mis subordinados y comenzó una escalada de paranoia al respecto. Dos o tres días antes, Manuel (el que me acompañó a Yucatán) me preguntó con mucha discreción que a quién de los míos iba a correr. Lo miré extrañado y cuando me explicó, sonreí y le dije "me voy con Mix, que también renunció, pero no le digas a los míos, deja que sufran otro rato".

El momento en que puse un pie fuera de la oficina fue una liberación. Quedaron cosas pendientes, proyectos sin concluir, documentación que nunca se concluyó, pero, dentro de mí, se que hice todo lo que pude. Lo que faltó se debió a falta de interés o falta de recursos de la compañía. Por mucho que uno ame su trabajo, debe aprender a dejarlo ir, tal y como dice el poster de papelería. Con la diferencia de que, salvo excepciones, el trabajo nunca regresa porque nunca fue en realidad de uno.

Hace un año o algo así, las cosas eran diferentes. Al entrar a Game Planet y encontrar tanto el juego básico, como la primera expansión Burning Crusade (Blizzard Entertainment, 2007) en apenas $499 nos convenció de que era momento de regresar a Azeroth. Admito que fue Eva quien lo compró. Yo aún dudé un poco, pero sabemos que soy una persona débil.

Y regresamos y bajamos nuevamente los enormes patches. Nos sentábamos en la sala uno a espaldas de otro proque así teníamos acomdadas un par de mesas pequeñas, y para hacer ruido, poníamos la televisión en algún canal de videos como VH1 o VH1 Classic. Incluso de ahí le tomé cierto cariño a CMT.

Ya sin esas obligaciones, en condiciones muy diferentes de nuestras vidas y, en mi caso, en una compañía donde te corren a las 6:30 de la tarde, salvo instalación en planta, Azeroth tuvo todo un matiz diferente. Estavez le entramos con gusto a sus múltiples facetas. Incluido, por ejemplo, el jugar con la bolsa de valores dentro de juego. Esto puede sonar algo clavado, pero sirve para ejemplificar el espectro que puede llegar a cubrir este juego fuera del "vamos a matar al dragón que vive en ese castillo (puristas, ya sabemos que no es exactamente así, no me linchen).

Dentro de juego, se maneja dinero virtual. Dentro de juego también, los personajes pueden tener profesiones que les permiten crar bienes y servicios. Si me encuentro una caja cerrada, pero mi personaje no sabe abrir cerraduras, se lo llevo a alguien con la habilidad de Lockpicking para que me la abra, propina de por medio. Si mi personaje es bueno haciendo encantamientos, no faltará quien me traiga su yelmo para que le haga un encantamiento que le de mayor resistencia al fuego, por ejemplo. Una de estas profesiones es la de minero, que permite obtener pepitas de tal o cual metal que eventualmente se funden para hacer lingotes: oro, plata, cobre, mithril, thorium, etc.

Aunado a esto, existe la casa de subastas, dónde, si necesito, puedo ir a comprar casi cualquier cosa puesto a subasta por los jugadores con completa libertad de precios regidos enteramente por oferta-demanda. Así, puedo armar paquetes de veinte lingotes de mithril e ir a ponerlos venta. Siempre habrá quien necesite mithril, la pregunta es: cuánto está dispuesto a pagar por él.

Y comienza un juego de especulación. Si alguien se pone a estudiar las ofertas a lo largo de la semana, verá que existe una cierta tendencia que dice que el domingo, después de medio día, vienen las grandes compras y siempre se compra el paquete mas barato, por ello, cuando pongo a la venta mis lingotes muy temprano, habrá muchos que pongan a la venta los suyos un par de monedas mas barato, pero si pongo a la venta muy tarde, puedo perder la ola de compras. El puro juego de especulación es suficiente para armar libros y sitios dedicados a desmenuzar el comportamiento del mercado en un server dado. Incluso Blizzard puso a disposición del jugador una aplicación para seguir las subastas desde su iPhone para poder ofertar sin necesidad de estar dentro de juego.

Pues bien. Por circunstancias de otro post, Eva hubo de irse algún tiempo de la ciudad y mientras estuvo ausente, no contaba con internet de buena calidad, lo que hacía injugable el WoW. Terminamos dejándolo simplemente porque no es lo mismo andar en Azeroth que andar en Azeroth con tus cuates. Después Eva regresó, y después Eva se mudó a Mty. Afortunadamente las estrellas se alinearon: ya ambos tenemos internet decente, acaba de salir nueva expansión, pude echar a andar mi cuenta de paypal para que me salga mas barato el juego, hay mas tiempo para jugar. El momento de regresar a Azeroth llegó.

Pueden llamarme soñador, o cosas peores. Pero aunque WoW no es ni por mucho el primer MMORPG, si es el que convirtió la actividad en algo comercial y lo sacó del nicho. Creo decididamente que en un par de décadas, (muy) probablemente antes de los jetpacks o los coches voladores o un nuevo disco de Guns And Roses, los juegos al estilo de WoW con una inmersión mas completa serán no solo la regla, sino la actividad rutinaria como es hoy en día ir al cine o esas cosas que la gente normal hace.

Cuando eso ocurra, estoy seguro, no nos parecerán extrañas las bodas en WoW.

lunes, 10 de enero de 2011

La MicroSEP

Entré a la secundaria a los 11 años y desde el principio, como buen ñoño, me destaqué en matemáticas y ciencias naturales. Esa fue la razón por la que, junto con otros dos niños igual de ñoños, fui seleccionado para un curso especial.



Las Computadoras MicroSEP fueron un "esfuerzo" del gobierno DeLaMadrista por llevar las nuevas tecnologías a las escuelas públicas. En realidad eran un paliativo que consistía en una microcomputadora con drives de 5 1/4". Era 1987 y mas preocupante que el que la computadora fuera ya obsoleta, era que no había personal capacitado. Nuestro curso consistió en memorizar como ingresar a la "aplicación" de química y repetir ad nauseam para nuestros compañeros. Nada de explicación, nada de estructura, nada de nada. Las palabras "Sistema" y "Operativo", me fueron reveladas en su uso hasta muchos años después. Cumplido el trámite, jamás volvimos a ver a las MicroSEP en nuestra vida. Quizá porque las tenían guardadas en un anexo cuya única llave estaba en posesión del director.



Ahora, hay cosas muy interesantes del proyecto. Fabricadas con procesadores 8088 y 8086 en el IPN, con sistema operativo propio y aplicaciones custom, era, admitamos, avanzadas para su época. Sin embargo, el que se tuviera que ir contra el sindicato (el SNTE temía que las computadoras sustituyeran a los maestros) y que se tuviera mas una connotación política que educativa (la iniciativa vino de Jesús Reyes Heroles), lastraron al proyecto de modo que su eficiencia fue nula tirando a inexistente.



Aún así, la MicroSEP me sirvió para comenzar a generar un hambre que no he saciado hasta la fecha. Aún no sabía a qué me dedicaría, sólo sabía que procuraría que tuviera que ver con computadras. Y sí, se que enamorarte de las computadoras por usar una MicroSEP es como querer ser piloto de carreras porque te gusta el triciclo de los tamales.Pero tal es la mente de un niño impresionable de 11 años.



Ahora, aquí una nota aclaratoria: Mi abolengo no es de sangre azul, sino de aceite de motor. Uno de mis abuelos se ganaba la vida en las minas arriba de Pachuca, en Real del Monte, Hgo. Mi otro abuelo trabajaba en los patios de trenes por la zona de Puebla (nunca fui cercano a esa rama. Mi padre tampoco fue cercano a él, así que nunca me ha dado datos precisos). Por otro lado, mis tíos, de ambos lados, e incluso los esposos de mis tías, son todos mecánicos. Desde bicicletas hasta maquinaria para minería. Mi padre, que es mecánico diesel, quiso inculcarme desde niño el amor a las máquinas. Funcionó mas de lo que imagina, aunque no en el estilo que él creía.



Conforme fui creciendo, las computadoras fueron formando parte de mi vida. Aunque mi primer contacto serio fue hasta el quinto semestre de la vocacional. Guns and Roses y Arrested Develpment fueron el soundtrack para mis primeros programas en Turbo Pascal. Una vez que aprendí a generar mis aplicaciones, todo fue de bajada.



Entendámonos: no soy experto en la computadora en sí misma. Por decir algo, se abrir mis puertos NAT para poder tener una mejor velocidad de juego en línea, pero no tengo idea de qué sea un puerto NAT y/o porqué afecta mi latencia en el juego. No. Mi ramo de especialización es la industrial.



Como he dicho antes, por Robotech me hice ingeniero en robótica, pero por mi sangre, me hice programador industrial. Y para mí, pocas cosas se comparan a la satisfacción de salir de planta cerca de la media noche, con la mochila pesando mas que cuando entraste por el cansancio, pero con la línea de producción trabajando a tu espalda. ¿Y a qué viene todo esto?



Ese es el contexto en el que cuento lo siguiente: Mi madre me contó que mi padre le confesó un día, que estaba orgulloso de que estuviera estudiando robótica, pero que el tuvo la ilusión de que uno de sus hijos fuera tornero/fresador. Dice que porque cuando él era jóven y trabajaba aún de ayudante de taller, veía al tornero trabajar y le parecía una de las cosas mas interesantes del mundo.



Así, mi padre me vio terminar la universidad y escuchar que trabajaba con mis robots y mis computadoras y mis PLCs. Lo que él no sabía, porque yo nunca le comenté porque tampoco creí que le importaran los particulares, es que uno de los lenguajes de programación que mas desarrollé en la escuela, fue el G/M para CNC. Los que saben de qué lenguaje hablo, ya saben para dónde va esto y ya se palmearon la frente. Para los que no saben qué es el CNC, es básicamente eso: tornos y fresadoras controladas por computadora.



CNC es el acrónimo de Control Numérico Computarizado. Si no sabes que lo de "control numérico" viene de interpolación geométrica entre ejes para desplazamiento en el plano o el espacio, puede que mas bien te suene a algo que calcula algo más y ni de broma lo vincules con el maquinado de metales (lo correcto es "mecanizado", pero lo común es "maquinado").



Pues bién, aunque mi padre no era distante en esos entonces, tampoco ahondaba mucho en lo que yo estudiaba, para él, todo eran computadoras y robots. Para mí, fue la razon por la que comencé a trabajar en Mori Seiki, una compañía japonesa de control numérico.



Tendría yo un par de meses en esa compañía cuando vino la Tecma 99. Que era una exposición de maquinas de CNC en el WTC (OMG LOL!). Y como buen novato, me tocó estar en todo el proceso del stand. Gracias a eso, le conseguí una invitación y fue al ver la exposición. Llegó al stand, le presenté a mi jefe, le mostré nuestras máqinas, le regalé una pieza. El la vió, vio que lo que tenía enfente era un torno, un torno que su hijo había programado y herramentado, del que había salido una pieza precisa, rápida y confiable.



Mi madre también me contó que cuando regresó mi padre a casa (yo me tuve que quedar otro ratote en el stand), se le saltaron las lágrimas cuando le dijo que se le había cumplido su deseo. Creo que fue a partir de ese día que mi padre dejó de tratarme como a un niño.



Aunque de vez en vez aún se le olvida.