domingo, 16 de enero de 2011

Azeroth y otras drogas.

Lexicon:

MMORPG - Massive Multiplayer Online Role Playing Game. Juegos en línea con cientos o miles de jugadores simultáneos en los que la interacción social es parte importante. Aunque admito que la definición del Urban Dictionary es también bastante apropiada: "Contrario al nombre, estos juegos no incluyen juego de rol, así que no se preocupen. Perfectos para gente demasiado lenta para Counter-Strike y carentes de amigos o imaginación para el juego de rol".

Situémonos: era el 2006 o algo así. Eva y yo teníamos poco de habernos mudado a Clavería. Felipe, de quien he hablado previamente, nos pasó códigos para probar World of Warcraft (Blizzard Entertainment, 2004). En ese momento, él y Jaime tenían ya un largo rato jugándolo. Eva y yo jamás habíamos probado algún MMORPG. Gustosos, activamos el código llenos de anticipación.. y pasamos dos días de los diez del trial bajando el juego y el ya para ese entonces enorme patch.

Cuando finalmente pudimos jugar, nos encontramos en un bosque élfico realizando tareas básicas (ve y consigue 10 pieles de esos tigres negros, ve y mata a 10 arañas gigantes, etc). La interfase tampoco fue cosa fácil, pese a estar acostumbrado a trabajar con mucha información en la pantalla a la vez. Poco a poco, entre la curiosidad y la novedad consumimos el tiempo de juego. Y decidimos que no era buena idea.

Entiéndase: el juego nos pareció maravilloso, pese a que no tenía las mejores gráficas (no se hacen tan detallados para aumentar la base de jugadores potenciales), apenas vistamos unas cuantas zonas del juego, pero era obvio el potencial. Y eso fue lo que nos hizo desinstalarlo.

En ese momento de nuestras vidas, ambos estábamos comprometidos con el trabajo. El sueño era llegar lejos y llegar pronto. Recién había sido ascendido a jefe de ingeniería y Eva tenía amplias perspectivas de trabajo. Por otro lado, aunque el juego nos llamaba, decidí hacerlo de momento a un lado. Mi razón fue simplemente que si quería poner mi departamento en el nivel donde lo quería, iba a necesitar menos distracciones. Y el gran problema con el WoW es ese: por su naturaleza, requiere tiempo, paciencia y sacrificios. La razón de Eva, sea la que fuere, le toca contarla a ella, pero no creo que haya sido muy distinta.
Terminado el trial, desinstalé, aunque guardé los patches para que la próxima vez no tardara tanto en instalar (porque más adelante y sin tantas obligaciónes, claro que la habría una próxima vez).

Algunas veces, supongo, un puede tener las mejores intenciones. Dar todo de sí, y de todos modos encontrar que no siempre se puede tener lo que se desea. Pero, como dijeran Mick y Keith, No puedes tener siempre lo que quieres, pero si le echas ganas, puede que tengas lo que necesitas. (You can't always get what you want, The Rolling Stones, 1969).

Reflejándole, cuando probamos originalmente el juego, tanto Eva como yo estábamos decididos a triunfar en la compañía para la que solíamos trabajar. Un par de años después, era claro que no iríamos a ningún lado. Desafortunadamente, no fue por causa de falta de capacidad o compromiso (En esos días llegamos a bromear con traer orgullosamente tatuado el nombre de la compañía, pero mejor no les digo en qué parte del cuerpo.

Supongo que algunas veces no depende de uno tanto como del ambiente. No se entienda mal: los años que pasé en la otra compañía, aunque no siempre fáciles, siempre fueron interesantes. Sin embargo quedó por demás claro (traumatizantemente claro) que pasando de cierto punto no había nada más qué hacer ahí.

Mas o menos cerca de los días en que probamos el trial me tocó dar una plática a los chavos de mi universidad. La plática fue sobre cómo serían, promedio, sus primeros días fuera de la escuela y su primer trabajo formal. Las ilusiones contra las realidades, y lo que debían tener presente.

Una de las cosas que dije (además de hacer enojar a un profesor por una broma contra Ingeniería Industrial), fue que uno debe buscar, a esas edades, tres cosas: Obtener experiencia, Hacer lo que a uno le gusta, y hacer buen dinero. Y un trabajo únicamente vale la pena si tiene dos de esas tres cosas. Adicionalemente, que no importa que tan bueno sea un trabajo, si el domingo por la tarde comienzas a sentir que algo te aprieta la tranquilidad, es tiempo de darle una revisada a tu trabajo porque quizá estarías mejor en otro lado.

Bueno, poco a poco la experiencia obtenida se diluía cada vez mas, y lo que me gustaba de mi trabajo lo hacía cada vez menos. Para acabarla, no hubo algo siquiera cercano a lo prometido en dinero. Como comenté antes, la gota que derramó el vaso fue el proyecto que sobreviví gracias a Dragon Quest VIII.

Algunos meses después, estaba decidio a irme de la compañía. Revisé mi calendario de proyectos, busqué una muuuuuy buena razón para quedarme y encontré tres proyectos que me interesaban lo suficiente como para quedarme algunos meses más (uno terminaría cancelándose). Así, las cosas fueron complicándose poco a poco. A finales de julio o algo así, Eva hizo un último intento también. Se cambió a otro departamento que resultó aún peor, y tuvo una salida tan abrupta como justificada.

Un par de semanas después, al regresar de un viaje que hube de atender (mi despedida de un trabajo donde tuve la fortuna de viajar por casi todo el país), presenté mi renuncia. Me quedaría dos semanas más mientras conseguían nuevo jefe de ingeniería. Terminaron siendo tres.

Mitzy, otra amiga muy querida, pero de la que no he escrito aquí porque no juega ni anda en estas ondas, renunció de modo que para ambos, ese viernes fue nuestro último día. Por ello en algún momento comenté sin pensar que no me iría solo. No recuerdo a quién comenté eso, pero el rumor llegó a mis subordinados y comenzó una escalada de paranoia al respecto. Dos o tres días antes, Manuel (el que me acompañó a Yucatán) me preguntó con mucha discreción que a quién de los míos iba a correr. Lo miré extrañado y cuando me explicó, sonreí y le dije "me voy con Mix, que también renunció, pero no le digas a los míos, deja que sufran otro rato".

El momento en que puse un pie fuera de la oficina fue una liberación. Quedaron cosas pendientes, proyectos sin concluir, documentación que nunca se concluyó, pero, dentro de mí, se que hice todo lo que pude. Lo que faltó se debió a falta de interés o falta de recursos de la compañía. Por mucho que uno ame su trabajo, debe aprender a dejarlo ir, tal y como dice el poster de papelería. Con la diferencia de que, salvo excepciones, el trabajo nunca regresa porque nunca fue en realidad de uno.

Hace un año o algo así, las cosas eran diferentes. Al entrar a Game Planet y encontrar tanto el juego básico, como la primera expansión Burning Crusade (Blizzard Entertainment, 2007) en apenas $499 nos convenció de que era momento de regresar a Azeroth. Admito que fue Eva quien lo compró. Yo aún dudé un poco, pero sabemos que soy una persona débil.

Y regresamos y bajamos nuevamente los enormes patches. Nos sentábamos en la sala uno a espaldas de otro proque así teníamos acomdadas un par de mesas pequeñas, y para hacer ruido, poníamos la televisión en algún canal de videos como VH1 o VH1 Classic. Incluso de ahí le tomé cierto cariño a CMT.

Ya sin esas obligaciones, en condiciones muy diferentes de nuestras vidas y, en mi caso, en una compañía donde te corren a las 6:30 de la tarde, salvo instalación en planta, Azeroth tuvo todo un matiz diferente. Estavez le entramos con gusto a sus múltiples facetas. Incluido, por ejemplo, el jugar con la bolsa de valores dentro de juego. Esto puede sonar algo clavado, pero sirve para ejemplificar el espectro que puede llegar a cubrir este juego fuera del "vamos a matar al dragón que vive en ese castillo (puristas, ya sabemos que no es exactamente así, no me linchen).

Dentro de juego, se maneja dinero virtual. Dentro de juego también, los personajes pueden tener profesiones que les permiten crar bienes y servicios. Si me encuentro una caja cerrada, pero mi personaje no sabe abrir cerraduras, se lo llevo a alguien con la habilidad de Lockpicking para que me la abra, propina de por medio. Si mi personaje es bueno haciendo encantamientos, no faltará quien me traiga su yelmo para que le haga un encantamiento que le de mayor resistencia al fuego, por ejemplo. Una de estas profesiones es la de minero, que permite obtener pepitas de tal o cual metal que eventualmente se funden para hacer lingotes: oro, plata, cobre, mithril, thorium, etc.

Aunado a esto, existe la casa de subastas, dónde, si necesito, puedo ir a comprar casi cualquier cosa puesto a subasta por los jugadores con completa libertad de precios regidos enteramente por oferta-demanda. Así, puedo armar paquetes de veinte lingotes de mithril e ir a ponerlos venta. Siempre habrá quien necesite mithril, la pregunta es: cuánto está dispuesto a pagar por él.

Y comienza un juego de especulación. Si alguien se pone a estudiar las ofertas a lo largo de la semana, verá que existe una cierta tendencia que dice que el domingo, después de medio día, vienen las grandes compras y siempre se compra el paquete mas barato, por ello, cuando pongo a la venta mis lingotes muy temprano, habrá muchos que pongan a la venta los suyos un par de monedas mas barato, pero si pongo a la venta muy tarde, puedo perder la ola de compras. El puro juego de especulación es suficiente para armar libros y sitios dedicados a desmenuzar el comportamiento del mercado en un server dado. Incluso Blizzard puso a disposición del jugador una aplicación para seguir las subastas desde su iPhone para poder ofertar sin necesidad de estar dentro de juego.

Pues bien. Por circunstancias de otro post, Eva hubo de irse algún tiempo de la ciudad y mientras estuvo ausente, no contaba con internet de buena calidad, lo que hacía injugable el WoW. Terminamos dejándolo simplemente porque no es lo mismo andar en Azeroth que andar en Azeroth con tus cuates. Después Eva regresó, y después Eva se mudó a Mty. Afortunadamente las estrellas se alinearon: ya ambos tenemos internet decente, acaba de salir nueva expansión, pude echar a andar mi cuenta de paypal para que me salga mas barato el juego, hay mas tiempo para jugar. El momento de regresar a Azeroth llegó.

Pueden llamarme soñador, o cosas peores. Pero aunque WoW no es ni por mucho el primer MMORPG, si es el que convirtió la actividad en algo comercial y lo sacó del nicho. Creo decididamente que en un par de décadas, (muy) probablemente antes de los jetpacks o los coches voladores o un nuevo disco de Guns And Roses, los juegos al estilo de WoW con una inmersión mas completa serán no solo la regla, sino la actividad rutinaria como es hoy en día ir al cine o esas cosas que la gente normal hace.

Cuando eso ocurra, estoy seguro, no nos parecerán extrañas las bodas en WoW.

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